
Ángel Arroyo nació en Jerez de la Frontera en el año 1993.
Desde temprana edad se sintió atraído por la imaginería procesional, lo que le llevó a cursar estudios en la Escuela de Artes Aplicadas de su ciudad, para más tarde cumplimentar sus conocimientos académicos en la Escuela de Artes Aplicadas de Sevilla, donde obtiene la titulación de Técnico Superior de Artes Aplicadas de la Escultura.
Durante el tiempo que estudió en Sevilla, adquirió experiencia a la hora de trabajar elementos como la madera, la piedra, la forja, el modelado y el vaciado, compaginando dichas especialidades con el aprendizaje complementario en el taller del imaginero sevillano Darío Fernández.
Su obra ha sido expuesta tanto en Jerez como en Sevilla, desarrollando su incipiente carrera con obras para particulares, parroquias y encargos para hermandades de diferentes puntos de España tales como: Cádiz, Huelva, Sevilla, Málaga, Almería, Badajoz, Toledo, Alicante o Canarias. También ha realizado obras para Miami y Alemania. Le dedicaron la exposición «Paleta de Colores» organizada por la hermandad de los Judíos de San Mateo de Jerez de la Frontera en el año 2018.
Explorad más acerca de la imaginería religiosa
Preguntas frecuentes
Desde muy joven sentí fascinación por el arte sacro y en especial por esa singular expresión que es la talla de imágenes devocionales. Quizás influyó crecer en un entorno tradicionalmente católico,que me permitió contemplar bellas piezas de imaginería religiosa en las iglesias de mi Andalucía natal.
Sea como fuere, cuando tuve que decidir mis estudios, esa atracción intuitiva se tornó certeza: quería ser imaginero, dar vida a la materia inerte para intentar plasmar la esencia de lo espiritual. Así que me formé en las más prestigiosas escuelas de artes y oficios de España hasta convertirme en el reconocido escultor e imaginero que soy hoy.
A mi juicio, un buen imaginero ha de reunir tanto una técnica depurada como una especial predisposición anímica. Técnica para conocer a la perfección el comportamiento de materiales como la madera, cerámica, terracota y dominar las herramientas de talla y las complejidades de una buena policromía.
Pero también esa conexión íntima con la esencia del arte sacro, esa necesidad de capturar en volúmenes y líneas el misterio de lo infinito, de insuflar con nuestras manos un aliento de vida y trascendencia a la pieza. Yo, Ángel Arroyo, trato de verter en mis imágenes toda esa dualidad entre conocimiento formal y anhelo espiritual.
Todo surge del boceto, ese primer esbozo donde comienza a tomar forma la idea que después será transformada en una escultura devocional. Tras elegir la tipología, personaje o escena, realizo varios dibujos conceptuales definiendo volúmenes, proporciones, detalles anatómicos y composición hasta conseguir la versión que luego esculpiré.
Llega entonces el momento de enfrentarme al bloque en bruto de madera noble, generalmente cedro o pino. Con mis herramientas de gubia, trépano y buriles, voy extrayendo forma de ese volumen inicial, interpretando en positivo los trazos del papel.
Es un diálogo íntimo con la materia, donde debo adaptarme a sus vetas naturales, respetar sus tiempos de secado, sacar partido de cada textura singular. Semanas después, la figura ha cobrado vida orgánica propia. Lijamos entonces toda huella de herramienta para aplicar capas de preparación, yeso y pigmentos. Es en la policromía donde culmina la metamorfosis: de la madera inerte nace una sublime imagen religiosa.
Aunque en esencia el proceso técnico es similar, una creación de corte contemporáneo permite cierta libertad a la hora de reinterpretar cánones. Y exige una mirada más conceptual del volumen y el espacio. Por citar un ejemplo entre mis obras, el Cristo cautivo bebe de la mejor tradición escultórica religiosa en su anatomía y policromía impecables.
Sin embargo, una pieza como la Trinidad, diseñada para presidir un baptisterio responde a planteamientos compositivos radicalmente modernos. Juego con las texturas, inclino los ejes, combino materiales, persiguiendo transmitir la esencia del concepto teológico desde formas despojadas y simbólicas. Como escultor imaginero consagrado, trato de preservar el legado clásico al tiempo que me abro nuevos caminos en la innovación de técnicas.
A lo largo de mi trayectoria, he tenido el honor de trabajar para todo tipo de clientes, desde personas particulares hasta comunidades religiosas e importantes instituciones.
Por un lado, muchos coleccionistas y amantes del arte, seducidos por la destreza artesanal de mi imaginería, adquieren piezas para espacios privados.
También es frecuente que parroquias, conventos, fundaciones o hermandades se interesen por mis creaciones religiosas para sus templos o capillas.
Asimismo, proyectos de restauración cuentan con obra sacra salida de mis manos para altares en España.
Como referente de la escultura e imaginería española, doy la bienvenida a todo tipo de clientes, a nivel nacional como internacional. Desde el devoto humilde hasta grandes mecenas pasando por comunidades enteras que ansían embellecer su espacio sacro. Para todos ellos es un honor materializar su anhelo de arte y espiritualidad.